divendres, 13 de desembre del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

VIGÉSIMOPRIMER CAPÍTULO- DOS PALABRAS QUE NO VAN JUNTAS

Nos detenemos en un lugar oscuro. Jadeando, me siento en el suelo, sin mirar lo que hay ahí, sin pensar en que no pensar podría causarme la muerte. Tan sólo respirando e intentando mantener mis pulsaciones tranquilas. Cierro los ojos y por un momento todo se me olvida. Mi respiración cada vez va siendo más pausada, recobro el aliento. Pero mis pulsaciones no se detienen, ni siquiera se inmutan al ver pasar el tiempo. Laten porque escuchan la respiración que está a mi lado, porque notan ese brazo que se posa en mi hombro para apoyarse. Abro los ojos. Y no, no ayuda eso al palpitar de mi corazón. Apenas veo nada. Todo es una mancha oscura. Miro hacia el cielo. No parece una noche estrellada, aunque tal vez a unos metros más allá reluzca un sol radiante. Mi vista sí que responde al tiempo y, a medida que pasa, se va adaptando a las sombras y consigo ver con bastante claridad. Entonces es cuando reparo en el leve rumor del agua a un par de pasos hacia mi derecha. Y distingo el lago, el maldito y asqueroso lago que casi me mata hace unas horas. O… ¿Qué es aquí el tiempo? ¿Cuánto tiempo habrá pasado? ¿Cuánto nos quedará?...
Mi mente se detiene y para de formularse preguntas en cuanto nota el tacto frio de la mano de Alek en mi cuello. Me revuelve el pelo con suavidad mientras se gira hacia mí. Distingo sus ojos verdes en este barullo de sombras. Y su boca se acerca. Sus ojos se cierran. Y los míos también. Cuando sus labios tocan los míos, me abrasa la piel. Noto como me ruborizo con timidez, nunca he besado y no sé cómo hacerlo exactamente. Pero ella lleva el ritmo y no parece preocupada por eso. Mis manos tiemblan mientras le toco el pelo. Esta es la primera vez que la beso estando cuerdo. Estoy abrumado. Feliz. Y tengo miedo, no sé por qué, pero tengo muchísimo miedo. Más del que he tenido nunca, inimaginable para un ser humano que no ha estado en la situación en la que me encuentro ahora mismo. Pero aun así no soy capaz de despegar mis labios. Mi respiración es entrecortada y tengo que parar un par de veces para respirar. No sé qué me pasa, no sé qué es esto. Este miedo que me pide a gritos que eche a correr pero que a la vez me suplica que me quede aquí con ella, para siempre. No sé qué es esto, pero dejo de besarla. Mi corazón amenazaba con estallar si no lo hacía. Y mis lágrimas también.
-          Nunca he amado de esta manera. Y no sé amar así. No sé qué es lo que siento ahora mismo. Y tengo miedo… Pero por favor, no te vayas.
No me responde con un beso, sino con un abrazo. Y se lo agradezco mucho. Sé que la quiero, que quiero estar lo más cerca de ella posible. Pero… no sé, no entiendo que es lo que me pasa. Este miedo que siento…
-          Lo entiendo- dice después del abrazo-. Tendríamos que buscar algún escondrijo, no estarán muy lejos. Está oscuro, eso es un punto a favor y en contra para nosotros. Si no salimos de aquí ahora mismo no creo que vivamos para contarlo, al menos no feliz, en tu caso.
La maldita esencia… Es decir, yo. No me acostumbro al saber que soy una esencia, la de la pureza. ¿Puro? ¿Qué puede tener de puro un chico que siempre ha estado al margen de todo? Siempre he sido la nada en el instituto, la nada en la ciudad, la nada en todos los aspectos. Y ahora soy el todo para esas personas. La verdad es que prefiero ser esa nada, mi cálida i humilde nada…
Nos levantamos a la vez, pero es ella quien determina el rumbo.
-          Vamos por ahí- decide señalando el espeso follaje que se extiende ante nosotros.
-          Mejor vayamos por allí, no hemos ido todavía y no se esperaran que caminemos por terreno desconocido.
-          Aquí las sorpresas te esperan en terreno conocido o desconocido. Todo puede pasar aquí. Y él sabe que soy lista, pensará que nos desviaremos de rumbo tal y como dices tú. Pero intentaremos ir un paso por delante.
Lo que dice tiene sentido. Pero no sé si ellos serán lo suficientemente listos para deducir eso. El cazador de esencias parece más bien sólo músculo, del borracho y el salido ni hablamos, la princesa parece demasiado inocente y…, bueno, la Muerte es la única que es inteligente. Demasiado… ¿Y si es tan inteligente y sabe lo que pensará Alek y toma el mismo camino que nosotros? Aun así tenemos que arriesgarnos.
Todo el amor que inundaba la situación hace unos segundos (todo el amor que puede haber cuando estás al borde de la muerte) se disipa y vuelve la tensión de siempre. Aunque lo entiendo, nuestro instinto de supervivencia nos obliga a actuar así. Y además, es mejor tomarnos ahora esto muy en serio y vivir que no tomárnoslo como un mundo de arco iris y color para morir al final.
Alek abre camino con las manos. Supongo que no querrá echar a perder la cuchilla del cuchillo. No me ha contado que llevaba esas cosas consigo… Tal vez podría habérmelas traído yo también. Así tendríamos protección los dos. Pero ahora no es momento de hablar de los “podría” porque no acabaría. Así que me concentro en el camino, pero me guardo en la mente una nota importante: En cuanto estemos en un lugar seguro, tengo que hacerle un par de preguntas. Siento que no me lo ha contado todo.
Algunos árboles y partes del bosque me resultan familiares. Eso me tranquiliza aunque Alek haya dicho que no tendría que hacerlo. Me pregunto si compartirá las ganas que tengo de besarnos… Pero no digo nada. No es momento. Y ahora menos. Pasamos por el árbol hueco donde dormimos durante un rato.  La parte de abajo está totalmente destruida. Tan sólo se sostiene gracias a unas franjas de madera que han quedado. Aunque supongo que el hecho de que sea algo soñado también ayudará a que tarde en romperse algo por completo, o que nunca se rompa. Yo miro el árbol con tristeza mientras me estremezco al recordar lo que ha pasado hace nada aquí mismo. Ahora parece todo tan tranquilo… Pero ella lo miro con curiosidad y con la mente a mil por hora. Algo es diferente. Lo noto, lo sé. ¿Pero el qué? Es todo tan tranquilo… Demasiado incluso.
-          Ales… ¿No notas algo dife…?
-          Tal vez soy yo- le interrumpe una voz aguda.

Alek me mira, extrañada de que esa voz tan aguda salga de mi garganta. Pero es que no ha salido. Y yo estoy tan confundido y aterrorizado como ella. Nos giramos lentamente, a la vez e intercambiando miradas de terror. Hasta que lo vemos, detrás de nosotros. Al niño bajito que antes jugaba en la casa de madera que está en la copa del árbol. Dani. Con un pelo negro azabache y esos ojos azules como el cielo, y esa mirada penetrante… Me quedo mudo, Alek también, pero eso no afecta a la curiosa sonrisa del niño.

dissabte, 28 de setembre del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Vigesimo capítulo- SENTIMIENTOS DE AGUA SALADA

Creo que nunca he estado tan indeciso y decidido a la vez como ahora. El último mensaje que he recibido de la libreta de Alek después del “Tenemos que escapar” ha sido “Déjamelo a mí”. El último y el único. Y eso no me deja más tranquilo. Ya se lo dejé a ella hace tan sólo unos minutos y mira donde hemos acabado. Pero no se me ocurre nada. En este mismo instante mi cuerpo es un mundo de sensaciones. El corazón me palpita fuertemente. Por el miedo que siento y por el amor que hay guardado en él. Pero al fin y al cabo todo es amor, pues ese miedo está ahí porque temo perderla.
Los minutos que pasan a continuación para mí son milésimas de segundos. Mi cuerpo tiembla levemente y mis dientes chirrían. Todo mi yo es un nudo de nervios. Lo único que puedo hacer para calmarme un poco es mirar a Alek, porque al menos sé que todavía está aquí conmigo. Y quiero quedarme con su cabello, su mirada, sus labios… en mi memoria. Para que, si algo sale mal, al menos tenga su recuerdo como consuelo. Pero ella parece que no está dispuesta a que todo acabe aquí. Su rostro también parece nervioso, pero la concentración mantiene el primer puesto en su lista de emociones en este momento. Aunque yo sólo veo una solución, y es luchar. Pero siendo cinco contra dos esa posibilidad se va a pique. Y teniendo en cuanta que ellos están al mando de todo este gran mecanismo de seguridad, las posibilidades menguan aún más.
Y con una sonrisa en los labios y provocando que mi corazón de un vuelco, aparece Noah por la puerta.
Se acerca primero a su cubo, pero no la saca sin antes esposarla a su muñeca. Conmigo hace lo mismo. Estamos atados a nuestra muerte. La vemos de perfil y no podemos hacer nada. Simplemente, dejar que nos lleve en sus brazos. Y aunque quisiéramos luchar en este momento, aunque seamos dos contra uno, él es mucho más fuerte que nosotros. Y tampoco podríamos cargar con un hombre inconsciente hasta la salida y huir. Al menos para mí es un hombre. Me pregunto qué es lo que verá ella… Y esa pregunta me parece tan lejana, porque tan lejano es un lugar y un momento donde estemos a salvo y juntos… La miro mientras caminamos hacia la puerta, con mis pesados pies moviéndose en contra de su voluntad. Ella también me mira. Pero no sonríe como hago yo, solamente llora y me mira con esos ojos verdes brillantes llenos de lágrimas. Y desearía decirle que no llore, que no quiero recordarla con esa tristeza, sino con una sonrisa bien grande en ese rostro tan bonito. Pero no puedo. Ni siquiera puedo respirar bien en este momento.
La puerta se abre. Y todo está casi como antes. Los miembros del tribunal en sus puestos, mirándonos. Pero la estancia ahora parece más pequeña, tal vez sea por la enorme guillotina de cristal reluciente que hay en medio de la sala. Se me para el corazón. Eso… ¿para qué es? ¿Para mí? No, yo soy una esencia, a mí me necesitan dentro de una puta caja para el resto de mi vida. Entonces… para Alek. No, joder, no. Esto no puede ser para ella. A ella no le pueden hacer esto. ¿Entonces para que me han traído a mí aquí? ¿Para reírse un rato mientras veo morir a la chica que quiero, a la que amo? Si es para eso ya lo han conseguido, porque mis ojos están mojados y al cerrarlos mil sentimientos florecen en forma de agua salada.
Todo parece ensayado, el cazador de esencias nos lleva a los dos en dirección a la guillotina, sin esperar ordenes de la maldita Muerte. No las necesita, sabe muy bien lo que tiene que hacer, y esa sonrisa dice que le encanta. Lo que no saben es que es mentira, que ella nunca ha hecho nada malo, que sus estúpidos métodos han fallado hoy, y posiblemente siempre. Porque yo no me creo que ella haya asesinado a nadie siendo incapaz de matar a un simple conejo, porque ella es la mejor persona que he conocido en mi vida. Y es de verdad. Así que mienten, tan sólo quieren matarla por el simple hecho de quitar una vida, por la diversión que les produce hacerlo.
Veo como el cazador posa el cuello de Alek en la guillotina con cuidado de no tocarla. Y noto el escalofrío de Alek por el tacto frio del cristal, y yo también lo siento. Miro la cuchilla de cristal afilada y mi corazón muere al imaginármela llena de sangre. Quiero cerrar los ojos pero no puedo. Quiero poder verla lo más que pueda, no quiero despegar mi mirada de ella nunca.
-          Te quiero- susurramos al unísono, y reímos al darnos cuenta de nuestra sincronización.
Noah, con la mano con la que tenía cogida a Alek, coge la cuerda que, al estirarla, producirá la muerte de dos personas de esta habitación. Me mira mientras la estira, tan sólo un poco de fuerza tiene que hacer para romper dos corazones. Baja, rápidamente, la cuchilla afilada. Y la perfecta piel de la nuca de Alek está a punto de desgarrarse. Coloco mi mano en la guillotina, deseando estar lo más cerca posible de Alek. Pero no es frio lo que siento. Sino un calor insoportable, un ardor que se pega a mi mano. Pero no la separo de ella. Aguanto ese calor. Y todo cambia. De repente, mis ojos están cerrados y mi cuerpo mojado. Los abro para saber que está pasando. Todo es agua. La guillotina cambia de cristal a un agua helada en cuestión de milésimas de segundos. Y ya no estoy atado a nada. Aunque eso no me importa. Ahora sólo me importa que mis ojos encuentren a Alek, a una Alek con cabeza, sana y salva. Me desespero. No la encuentro y el agua me lleva. No veo nada más que esa luz resplandeciente que se cruza con la fina línea que separa el agua del aire. Algo me coge por detrás. Mierda. Intento zafarme de él, quitar sus garras de encima de mí. No puedo dejar que el cazador o cualquier otro miembro del tribunal me coja ahora. Pero entonces me besa la oreja y su sonrisa se pega a mi mejilla. Y todo mi yo se tranquiliza y se apacigua, como si ya no estuviésemos aquí. Entonces me giro y veo la cara de Alek sonreír dentro del agua. No sé qué es esto. Si será un sueño o alucinaciones mías, pero sea lo que sea me encanta. Y no tenemos tiempo que perder. La beso dentro del agua durante unos segundos, unos segundos en lo que todo se detiene y nada nos importa, ni siquiera nuestras vidas, porque nuestros labios se estan tocando.

Nadamos, nadamos mientras nos dirigimos a algo que creemos que es la salida. La puerta se ha roto por la presión del agua que aparece de la nada a chorros. La cruzamos y vamos a la superficie antes de que nos ahoguemos. Y allí vemos unas personitas que se dirigen como una exhalación hacia nosotros, con el cazador en cabeza. Y nadamos, nadamos hacia la salida definitiva, y… está cerrada. La intentamos abrir a golpes, pero el agua los amortigua. Y Noah y Dani están cada vez más cerca de nosotros. Cuando sólo están a medio metro les pego una patada en la cara que los deja aturdidos unos segundos, lo que necesita Alek para abrir la puerta con algún truco que habrá aprendido de sus padres, supongo. Toda el agua se esparce y vamos bajando hacia el suelo. Y al final caemos sobre la mojada hierba de la entrada al edificio. Y corremos, corremos sin mirar atrás, tan sólo mirándonos uno al otro para saber que estamos ahí. Y sonriendo al comprobar que sí, que estamos juntos de nuevo. No sé a dónde nos dirigimos. Tan sólo nos adentramos en el bosque. Pero ya me da igual, tan sólo quiero encontrar esa maldita esencia que necesitamos y vivir esta pequeña eternidad junto a ella.

dissabte, 14 de setembre del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Decimonoveno capítulo- LO QUE SIENTEN LA ESENCIA Y LA ASESINA

Ni siquiera sé que pasa a continuación. Yo me quedo helado, exhausto, paralizado y desconcertado. Ni tan sólo puedo mirarla. Mi vista no funciona. Y mis músculos se entumecen, y el dolor que me causa el apretón de Noah ni siquiera lo noto. No escucho nada. Es como si mis pensamientos me hubieran absorbido y sólo existiéramos ellos y yo. Y puede que para mí, en este momento, sea así. Pero mi mente no funciona correctamente. Nada en mí funciona bien.
-          ¡ENCERRADLA EN EL CUBO DE CRISTAL! – chilla la muerte, señalando una puerta que hay a sus espaldas.
Dani y Marta la consiguen coger a pesar de sus esfuerzos por zafarse de sus manos. Le esposan las muñecas y se pegan a ella con fuerza para que no pueda escapar. Puede incluso que Dani esté demasiado cerca.
-          ¡ALES!- es el único grito que escucho de Alek.
Y entonces mi mente empieza a funcionar. Y lo recopila todo en un segundo. Veo y noto el dolor que está sintiendo Alek por dentro. Veo que me mira, que llora y que, al final, se rinde ante las manos de los dos miembros del Tribunal.
-          ¡ALEK!- y mi voz se rompe en ese último esfuerzo por recuperarla. Como no, en vano.
Me muevo en las manos del cazador, pero él parece tener una fuerza sobrehumana y lo único que consigo es que me pegue una bofetada en la cara. Y no sé cómo lo ha conseguido, pero ese golpe ha desmoronado todos mis muros. Sólo quiero llorar. Tan sólo eso. Me caigo al suelo de rodillas, y no lo hago del todo porque Noah me coge de las muñecas y no me lo permite.
Entre llantos, el grito de la Muerte, se convierte en un susurro para mí. En un susurro que me mata.
-          Carl, ves preparando la guillotina de cristal. Parece que hoy le daremos un buen uso.
Escucho los pasos de Carl que se dirigen a una puerta que hay a mi izquierda. Pero yo ya no le doy importancia a nada. Ya no me importa llorar, caerme y parecer lo que soy, un simple cobarde que llora sus errores. Porque ya no me importa nada, porque ya estoy muerto. Ahora estoy muerto, y todo lo que me hagan no me afectará, porque me han matado cuando se han llevado a Alek. Ahora mismo desearía gritar, expresar todo lo que siento. Necesitaría mil palabras para poder explicarme. Pero no sé cuáles serían esas palabras, porque no sé lo que siento, no sé ni siquiera quien soy, qué soy.
Pero eso parece que lo van a solucionar en unos instantes. El primer paso que da la Muerte hacia mí, hace que levante la cabeza, aunque no que me ponga en pie. No tengo fuerzas para eso.
La Muerte camina con una agilidad y rapidez que en tres segundos se encuentra a mi lado. Verla tan de cerca hace que me estremezca. Noto su respiración en mi frente, y es fría. Igual que la mano espectral que me coloca en la frente. Y cuando lo hace, no me da tiempo si quiera a mirarla a la cara, porque los recuerdos me invaden. Pero no todos, sólo los más importantes de mi vida, todo lo que ha marcado a mi yo. Y justo es todo lo que le expliqué a Alek. Al menos le fui sincero, no le mentí… Cuando llegamos a la parte en que la conozco, mi corazón se detiene por un momento, tan sólo para ir a cien por hora después. Y en ese momento sé que siento algo muy grande por ella. Pero… ¿qué?
No obstante, esa pregunta tal vez no tenga respuesta nunca. Porque sus palabras siguientes crean mi tumba.
-          Está limpio- anuncia la Muerte con tranquilidad. Se le esboza una sonrisa en la cara cuando va a pronunciar las palabras que van a continuación.- Pero es una esencia. La de la pureza, la importante.
-          Sabía que era diferente- explica Noah, y aunque no le vea la cara, noto en sus palabras la alegría que le embarga.
Nadie nota mi agotamiento. Nadie se da cuenta de que si ahora hubiese un cuchillo en mi mano me lo clavaria en el corazón sin titubear. Nadie lo sabe porque ya no soy nadie. Soy algo. Una esencia, nada más. Y eso es lo único que les importa a ellos.
-          Llévalo a los cubos de cristal también. Tenemos que observarlo de cerca. Es diferente y averiguaremos el porqué.
Cuando Noah me da una patada en la espalda me levanto. No hay nada que hacer. Así que sería una idiotez por mi parte si opusiera resistencia. Camino todo lo deprisa que puedo en estos momentos. Me gustaría caminar lento, alargar este instante lo más que pudiese, tener tiempo para pensar en todo, pero Noah me fuerza para que me dé prisa.
Abre la puerta que está al final del salón. Y allí aparecen miles de cubos considerablemente pequeños (no creo que puedas dar dos pasos si está metido en él) en fila. Hay varias filas. El cristal trasparente resalta con la negra pintura con la que están pintados el techo y las paredes. Están todas vacías, menos una. Veo a Alek medio tumbada en una, con los pies encogidos porque no hay otra forma de hacerlo.
-          ¡Alek!- grito.
Pero ni siquiera se mueve.
-          No te escucha, están insonorizadas- me avisa Noah, con un tono de burla.
En otras circunstancias puede que mi orgullo o mi instinto de supervivencia no me dejaran hacerlo, pero ahora sé que no tengo nada que perder, porque ya no tengo nada, así que, ¿por qué no hacerlo?
-          Por favor, cazador… Ponme en el cubo continuo a ella. Por favor… Sabes que va a morir… Por favor- Las lágrimas no me dejan seguir.
Noah duda un poco. Un “mmm” suyo me llega a sus oídos. Y sé qué hará lo que crea que más nos joderá.
-          De acuerdo. Aunque que sepas que sólo lo hago porque sé que así sufriréis más los dos- y ríe con malicia.
No me importa que sus intenciones sean malas. Al menos estaré junto a ella.
A medida que nos vamos acercando, mi sonrisa se ensancha más. Cada paso que damos son menos los centímetros que nos separan. Y, ahora mismo, estar junto a ella es lo único que quiero hacer. No obstante… lo que ha dicho Marta me incomoda. ¿Un asesinato? Es absurdo, ella nunca haría algo así, seguro que se han equivocado. Se piensan que sus métodos son perfectos pero con ella ha habido un error.
Noah abre una puertecita casi invisible del cubo y me arroja a él de mala gana. Es ahí cuando Alek se da cuenta de que estoy a su lado. Se incorpora y me mira preocupada. Ni siquiera me doy cuenta de que se ha ido el cazador, yo sólo la miro a ella.
-          No te preocupes- le digo, y confío en que me haya leído los labios.
Pone una mano en el cristal mientras una lágrima se desprende de sus ojos y viaja por sus mejillas. Yo hago lo mismo. Y a pesar de que el cristal nos separe, noto su piel.
Quita la mano del cristal y se la mete en el bolsillo. Yo aún la dejo ahí sin darme cuenta. De su bolsillo saca una libreta enana y un bolígrafo igual de pequeño. Empieza a escribir. Cuando acaba lo pone en el cristal y yo lo leo.
«Sé que voy a morir. Pero antes quiero contarte una historia, mi historia. Porque no creo que sea capaz de decirte todo lo que siento directamente. Y además, creo que esto es lo único romántico que voy a poder decirte, y quiero que sea especial. También quiero que me perdones en un futuro, cuando lo entiendas todo. Por favor, lo que siento hacia ti es sincero.»
Eso es lo que dice. Cuando acabo de leerla la miro y mi corazón empieza a latir como nunca. Y me siento vivo. Ella aparta la libreta del cristal y empieza a escribir. Yo espero, nervioso y ansioso por ver lo que escribe. Al fin acaba y yo empiezo a leer esa letra pequeña con el corazón en un puño.
«Una vez una chica conoció a un chico. Esa chica tan sólo no tenía que cometer un error. Y lo cometió: se enamoró de aquel chico. Pero la chica no merecía su amor. Ella era mentirosa e interesada. Y el chico todo lo contrario. Y a pesar de que era eso lo que más le atraía, no podía dejar que un corazón así acabara con el hielo que era ella. Así que intentó dejar de verlo de esa manera, dejar de amarlo con esa intensidad y tan sólo preocuparse de su seguridad, que era entonces su mayor prioridad. Pero no era fácil estar tan cerca de él y no besarlo. Y tomó la decisión. Tomó la decisión de dejar todo aquello que la había hecho oscura y preocuparse tan sólo de su futuro con aquel chico. Conseguiría su vida y abandonaría todo lo que había prometido. Porque ya no podía más. Pero fue egoísta. Se preocupó por ella y con ello consiguió sólo la muerte de los dos. Pero no quería marcharse de allí sin decir lo que sentía. Y entonces, por ese último deseo, escribió esta carta.»
Mis lágrima caen y caen, demostrando con cada una de ellas este amor que siento por ella. Porque sí, es amor. Es eso. Hay partes de la carta que no entiendo, pero no necesito entenderlo todo. Sólo necesito saber que me quiere, porque eso es lo único que importa.
Retira la libreta una vez más y vuelve a escribir. Esta vez no tarda tanto en hacerlo, pero su mensaje es claro y me hace llorar aún más.
«TE QUIERO, ALES»
Quiero gritarlo. Susurrarle al oído lo mucho que la quiero. Y que no me arrepiento de haberla ayudado. Que esto es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y que merece la pena morir por ella, porque ella es mi vida.
Yo no voy tan preparado como ella, que incluso tenía una libreta. Pero puedo hacer algo también. Cojo aire y suelto el aliento en el cristal hasta que se empaña lo suficiente. Y con el dedo, le escribo:
«TE AMO»
Más abajo, escribo con letras más pequeñas para que me coja todo.
«Y no me arrepiento de nada, porque tú lo eres todo»
Después de unos segundos, las letras se empiezan a borrar. Y vuelvo a ver su rostro de nuevo. Baja la cabeza un momento y vuelve a escribir en la libreta.

«Tenemos que escapar»

dimecres, 4 de setembre del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Decimoctavo capítulo- NO CONOZCO LA MENTE DE LA ASESINA

Cierro los ojos. Vuelvo a abrirlos. Mierda… siguen ahí. Pues no, parece que no han sido obra de mi imaginación. Están ahí de verdad. Sus aspectos son tan… extraños… Hay algo en ellos que no es normal, algo que los hace parecer inhumanos; es decir, distintos al resto de soñados. Son “el tribunal”, estoy seguro, pues está compuesto por los personajes que me dijo Alek.
Alek y yo nos quedamos en la puerta. El cazador da un paso adelante, y se queda justo en frente de mí, de tal manera que me bloquea la visión. No sé si eso es bueno o malo. Al menos, por ahora, agradezco no tener que ver los rostros de esos seres.
-          Os traigo a los chicos que he encontrado en el bosque. Buscaban algo, de eso estoy seguro, pues han huido cuando me han visto. No son soñados, lo noto. Pero el chico…-Se gira un momento y me mira con los ojos entrecerrados, como si quisiera leerme pero no entendiera las palabras que me describen.- El chico es extraño. Tiene una vibración como la de las… esencias. Pero eso lo decidiréis ustedes. ¿Queréis que me quede para la prueba de la pureza o me retiro y después…?
-          Mejor vete, que ese bellezón está reservado para mí- dice el que imagino que será el que representa a la adolescencia, pues no puede ser de otro esa voz y ningún otro del tribunal haría un comentario así.
Mis músculos se tensan y tengo que apretar los puños para no gritarle al estúpido ese. Tengo unas ganas de pegarle un puñetazo para que se calle ya de una puta vez…
-          Porque madre mía- sigue-, menudas…
Recojo aire para gritarle un par de cosas al guarro ese. Que no se atreva a decirle ni una sola palabra a Alek…
-          Cállate de una vez Dani. Y Noah, no te vayas. Puede que necesitemos un poco de ayuda- dice una voz grave proveniente de la muerte. Ahora que el cazador se ha movido puedo ver al tribunal de nuevo. Mejor, porque ahora sí que quiero ver todo lo que pasa aquí.
Así que se llama Noah… Es un nombre perfecto para alguien que no sabes si puede ser hombre o mujer.
-          Noah, por favor…- dice la princesa con una dulce voz y una brillante sonrisa.
El cazador, bueno, Noah, la mira y de seguida sabe a qué se refiere.
-          Sí, por supuesto.- Nos mira a nosotros por un momento, pero cuando habla lo hace mirando al tribunal y paseándose por la sala, pero sin alejarse mucho de nosotros- Este es el tribunal de Althaea. Ellos se encargan de que todo este gran mundo onírico vaya por buen camino y no se desmorone. Desde que aparecieron las esencias Althaea ha crecido mucho y no podíamos confiarnos que de que todo fuera bien sin hacer nada. Así que gracias a unos amables soñados con grandes ideas, Althaea ahora es un lugar seguro y ordenado. Ellos representan las cuatro etapas de la vida de un ser humano. La infancia, representada por una bella y joven princesa, que a la vez muestra los sueños, ilusiones e imaginación de todo niño. La adolescencia, representada por un adolescente rebelde, que muestra esas ganas de luchar que todo joven guarda en su interior.-Y veo de reojo como “Dani” posa con sus músculos y mira a Alek.- Aunque los humanos lo nieguen, esa etapa es la más larga de todas. Así que directamente se pasa a la etapa de los 40-50, cuando la vida se convierte en una monotonía estresante y ya no puedes vivir en paz. Muestra la desilusión y las pocas ganas de vivir. Y, por último, pero que a la vez puedes embargar cualquier etapa; es decir, que no tiene una edad fija: la muerte. Ella es la autoridad de las autoridades, pues es la más sabia, la más justa y la más poderosa. Muestra, a balanza equilibrada, tanto los miedos de un pobre viejo como el susto de ese último latido de un niño.
Hace una pequeña reverencia y da un paso atrás. Ahora el que empieza a hablar es el borracho, aunque no parece muy centrado…
-          Bueno… hip, pues… bueno… Ahora creo que… hip- Le da un trago a la botella.-, que os tengo… que explicar…
-          Tío, no estás en condiciones de explicar nada- le recrimina Dani dándole un golpe en el hombro.
-          Dani tiene razón, Carl. Lo explicaré yo. Bien, pues, viajeros, no sé si sabréis que para poder entrar aquí y quedarte se tiene que pasar una prueba llamada “prueba de la pureza”. Es una prueba sencilla donde se analizaran vuestros recuerdos para saber si habéis cometido algún delito y si vuestro corazón está limpio. Será algo rápido. Y sólo así sabremos si vuestras intenciones aquí son buenas o malas…- Y se calla por un instante, aunque no tarda en retomar la conversación.- Dani, Marta, primero al chico…
La princesa y el adolescente se acercan a nosotros, con la mirada puesta en mí. Pero se detienen cuando Noah habla.
-          Mejor primero la chica. Creo que es la más… impura y peligrosa.
La muerte (se me hace raro decir eso) se lo piensa un poco, bajo las miradas de Dani y Marta, pero de seguida se decide.
-          De acuerdo. La chica primero.
Dani y Marta caminan un poco más, y se detienen en medio de todo, entre el resto del tribunal y nosotros. Noah saca unas llaves de su bolsillo y le quita las esposas a Alek. Se pone una en su muñeca de manera que estamos unidos por mi mano derecha y su izquierda. Se me hace raro notar el roce de su mano. Y lo primero que pienso es cómo de grandes tienen que ser sus bolsillos para que cojan tantas cosas. Es estúpido, pero la curiosidad me mata.
Alek se va acercando poco a poco, no muy decidida. Cuando llega allí, se gira y me mira. Sé que sus pensamientos no están aquí, sé que no se preocupa por esta prueba, sino por alguna otra cosa de su interior. Sé que esa lágrima que sale de su mejilla no es por el miedo a la muerte. “Lo siento”, dice sin hablar, tan sólo moviendo los labios.
Dani se le acerca por atrás y se acerca mucho a ella. Le coge por la cintura y le huele el pelo. Pero Alek no hace nada, sólo me mira y se va muriendo poco a poco en su mente. Pero no debería preocuparse tanto, ella no ha hecho nada malo. Saldrá de la prueba con facilidad. Supongo que se preocupa por mí… Y eso hace que me sienta un poco culpable…
-          Bueno, habrá que cachearla, ¿no?- dice Dani y empieza a pasar sus asquerosas manos de forma exagerada por todo el cuerpo de Alek.
No aparto la vista. Aprieto los labios. Pero eso no me basta. Y ya da igual. Voy a vivir toda mi vida encerrado, así que un acto estúpido de valentía no me hará más daño.
-          ¡Eh, tu, ni se te ocurra tocarla!- grito, sin dudarlo y con seguridad en la voz.
Pero Dani no se lo toma bien. Se acerca a mi enfadado. Pero yo sólo veo la sonrisa de Alek por encima de su hombro. Sí, aunque muriera ahora mismo, ha valido la pena.
-          Yo hago lo que me da la gana, ¿te enteras?- me dice Dani, con la cara muy cerca de la mía, y apretándome el hombro con fuerza.
Y se gira y vuelve a caminar hacia su puesto. Pero cuando llega, Marta ya ha puesto la mano en la frente y el corazón de Alek, así que Dani ya no la puede tocar. Marta y Alek tienen los ojos cerrados, supongo que sumergidas en los recuerdos de ella. Lo que daría yo por ver sus recuerdos… Tuvo que ser tan feliz de niña…
Vuelven a abrir los ojos de golpe las dos. Marta la mira, asustada,  pero el susto de Alek es aún mayor.

-          He visto un delito. De asesinato.

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Decimoséptimo capítulo- NUESTRA ÚLTIMA ESPERANZA Y LA MUERTE

Me quedo paralizado. ¿Cómo puede estar de broma en un momento así? ¿Cómo se le ocurre tensar aún más la cuerda de la que pendemos? Se puede romper, y no tardará mucho.
-          Alek… ¿Cómo puedes estar de broma en un momento así?- entrecierro los ojos.
Me mira a los ojos y hablando más alto de lo que debería, cogiéndome de los hombros, me dice:
-          No, Ales. Créeme. No podría estar de broma en un momento así ni en mil años. Prácticamente nunca estoy de broma. Ales, por favor… Me tienes que creer. Si no salimos de aquí te encerraran en una habitación vacía de cristal lo suficientemente grande como para que puedas dar unos cuantos pasos, donde te alimentaran tan sólo para estudiarte y protegerte. Serás su rata de laboratorio porque eres algo fuera de lo común. Ningún humano nunca ha llevado una esencia consigo desde que nació. Ningún humano del mundo ni ningún soñado de Althaea ha creado una esencia jamás. Así que Ales, por favor, me tienes que creer y tenemos que irnos de aquí de inmediato. Por favor…- Y aunque no haya la claridad suficiente veo el brillo en sus ojos que amenazan con derramar lágrimas.
Me alejo un poco de ella porque necesito espacio para pensar. Para asumir esto que me acaba de decir. Soy… soy una esencia… Es prácticamente… imposible. Pero… pero… si ella me lo dice será verdad, ¿no? Ella sabe mucho más que yo sobre esto de los sueños. Y supongo que tiene razón, nadie bromearía en una situación así en la que tu vida y la del que te acompaña están en peligro. Bien, eso añade más desconcierto a mi ser y más peligro al asunto.
-          Sí, vale, te creo. Pero es que es tan… ¿Estás segura que ese soy yo, Alek?- digo para asegurarme, aunque ella me responde con un enérgico “sí” con la cabeza- De acuerdo…- aunque todavía no me conciencio de que esto sea cierto, pero es en lo único que puedo creer ahora, y necesito algo a lo que aferrarme para avanzar. Así que me lo creeré, así al menos intentaremos salir de aquí.- Bien… Entonces, ¿Cómo salimos de aquí? Esto parece tener una seguridad increíble. Está hecho desde que se creó el primer ser humano, tienen que tener una tecnología avanzadísima, Alek.- Abro mucho los ojos y me empiezo a preocupar de verdad.
Puede que la noticia de que soy una esencia sea fuerte, pero no tengo tiempo de preocuparme por ella, de pensar en ella, ni recordar qué es una esencia porque todo esto me está haciendo que lo olvide todo. Ahora sólo puedo preocuparme de una sola cosa: salir de aquí. Como sea. Tenemos que hacerlo si queremos vivir los dos. Alek habla de seguida.
-          No te creas. Este mecanismo de seguridad no se creó al mismo tiempo que el primer ser humano. Recuerda que no siempre ha habido unas autoridades que mandasen en Althaea. Y cuando aparecieron, las personas reales todavía no sabían de la electricidad ni nada por el estilo, así que en lo que se refiere a seguridad y tecnología van igual de avanzados que nosotros. Aunque eso no quiere decir que la seguridad sea mala, pues en el tercer milenio en el que estamos ya se han inventado dispositivos de seguridad increíblemente alucinantes. Y de eso mis padres sabían bien poco…- Hace una mueca con la boca que no me gusta nada, indica que nada bueno se nos viene encima. Y esta vez, es algo peor que malo.
-          Joder… No tenemos ninguna posibilidad…- Bajo la mirada, sin saber qué hacer, ni a qué mirar, ni qué pensar…
Pero Alek parece que no está de acuerdo conmigo. Y eso me devuelve un poco de esperanza.
-          No, Ales, sí que tenemos muchas posibilidades. No con lo tecnológico, pero con lo tradicional yo tengo mucha práctica. Cuando entre podemos enrollarlo con la cuerda igual que hizo él con nosotros.
No me acaba de convencer esa idea… Es como… muy de cuento infantil. No creo que sea tan fácil como eso…
-          No sé, Alek… Ese cazador de esencias parece más fuerte que nosotros y sabrá como deshacerse de nosotros con facilidad. Además, ¿después que haremos? ¿Cómo saldremos? ¿Cómo abriremos la puerta de entrada?
Alek se lo piensa más esta vez, pero aun así sigue con su postura.
-          Supongo que habrá otra salida, y si no la hay ya veremos la forma de salir por algún lado. Pero es más peligroso quedarnos aquí, Ales. Si lo intentamos tenemos una posibilidad, si no, no tenemos ninguna. Tenemos que intentarlo, Ales.-Me mira, esperanzada de que yo apruebe esta decisión y podamos seguir adelante.
-          Pero…
Pero escuchamos unos pasos y no tenemos más tiempo para discutir. Mi corazón se paraliza y a partir de aquí todo va a cámara lenta para mí. Sólo tenemos una opción. Alek tiene razón. Debemos intentarlo al menos.
-          De acuerdo. Yo no sé cómo se hace todo esto, así que dime que tengo que hacer. Venga, rápido- digo en un segundo y susurrando. Cojo la cuerda y se la doy a Alek.
-          Sólo agarra un extremo de la cuerda y ponte a ese lado de la puerta. Cuando yo te lo diga, la sueltas.
-          De acuerdo.
En cinco segundos cada uno ya está en sus posiciones. Miro la puerta y noto como mi mano tiembla. Miro a Alek. Su mano tampoco está firme. Es entonces, cuando la puerta se empieza a abrir y veo la respiración exaltada de Alek, cuando sé que algo no va a salir bien. Pero no hay tiempo para otra cosa. Hay que intentarlo. Y ya no nos podemos echar atrás.
La puerta se abre.
Veo el rostro del cazador de esencias.
Me mira y lo miro.
Y veo como Alek se tira hacia sus espaldas, cuerda en mano y sujetándose con los pies en la cintura de él. Pasa la cuerda por su pecho. Bien, lo está consiguiendo. Puede que al final sí que consigamos salir de esta. Sigue enrollándole la cuerda por el cuerpo mientras le tapa los ojos con una mano. El cazador de esencias se mueve hacia todos lados, pero eso no detiene a Alek.
-          ¡SUELTALA!- me grita con todas sus fuerzas.
Y lo hago. Al menos la única cosa que tengo que hacer la hago bien. Veo como Alek coge el resto de la cuerda y empieza hacer el nudo. Pero…
Pero antes de que pueda acabar, la mano del cazador de esencias se deshace de las cuerdas, y con ella, cuando mueve toda la extremidad, se deshace todo el brazo de ella. Y coge uno de los hombros de Alek y tira hacia abajo. Alek se tambalea y está a punto de caer. Pero se coge a su cintura. Aunque ya es demasiado tarde. Ha perdido el equilibrio y el cazador sigue tirando hasta que Alek cae al suelo. Se agacha y la coge de los hombros, la pone de pie y la tira de tal manera que acaba casi al fondo de la oscura habitación. Entonces se dirige a mí. No me muevo. No sé por qué, pero no me muevo. Tal vez porque tengo demasiado miedo. Intento que nada me tiemble y no parecer nervioso, aunque creo que no lo estoy consiguiendo. Me mira, y tal y como ha hecho con Alek, me tira a mí. Aunque yo tampoco es que ponga mucha resistencia.
-          Parece que una simple cuerda no es suficiente para vosotros dos.- Se acerca a nosotros.
Del bolsillo saca dos esposas, demasiado gruesas diría yo. Nos ponemos en pie. Ya no oponemos resistencia. Sabemos que no podemos hacer nada ya ahora. Tan sólo esperar a ver de qué lado está la suerte esta vez.
Nos pone espalda contra espalda a Alek y a mí, bruscamente. Nos pone las manos en la espalda y nos entrelaza las dos esposas. En la primera une mi muñeca izquierda con su izquierda. Y en la segunda, mi derecha con su derecha. Así no nos podemos mover casi y prácticamente no podemos andar.
-          Venga, andando.-Y nos empuja, haciendo que nos tambaleemos hasta casi caernos.
Nuestros pies se cruzan y no nos ponemos de acuerdo. En un minuto no nos hemos movido ni un metro.
-          Queréis daros prisa, no tengo tiempo que perder con esta tontería.- dice de mala gana desde la puerta.
Claro, para él es fácil decirlo, pero nosotros que estamos prácticamente pegados nos resulta imposible hacerlo.
-          De lado, Ales. Los dos veremos por donde vamos y nuestros pies no se enredaran.
Ponemos en práctica la idea de Alek. Bien. Perfecto, diría yo.
-          Chica lista- Y le guiña un ojo, lo que me produce un deseo de matarlo que se intensifica por segundos.
El pasillo ahora se me hace más corto, pues estoy concentrado en sincronizarme con Alek y casi no me doy cuenta de que ya lo hemos recorrido entero. Volvemos a estar en esa estancia parecida al hall de un hotel. Pero no nos detenemos ahí, nos dirigimos a la puerta que hay en la otra banda. Y entramos en habitación… bueno, más que una habitación, se parece a un salón de baile de un castillo de la Edad Media, tres veces más grande. Pero eso no es lo que más me sorprende, lo que me deja prácticamente helado.
En medio de la sala hay cuatro personas. De pie, con una mesa a sus espaldas.
Una princesa, con un vestido rosa (si se le puede llamar rosa a ese vestido tan manchado de barro) con una espada en mano. Su rostro es tan angelical y su pelo castaño tan brillante…
Un chico adolescente. Por las pintas que lleva parece bastante rebelde. Lleva puesta una cazadora de cuero negra sobre una camiseta azul oscuro. En sus pantalones cuelgan algunas cadenas. Su boca se mueve mientras mastica el chicle, que a veces roza el piercing que lleva en ella. El pelo negro y corto despeinado le da un aspecto aún más rebelde.
Un… ¿borracho? Sí, eso parece. Lleva unos pantalones de chándal holgados y una camiseta de tirantes blanca igual de ancha. Está medio calvo y lleva una botella en la mano. Su mirada está perdida en algún lugar sin definir.
Y algo parecido a… la muerte. Sí, lleva una capucha, pero su rostro se puede ver perfectamente. Ojos vendados. Sin boca alguna. Y con una nariz rota que se retuerce. La cara llena de cicatrices y sangre por toda ella. Lleva puesto un abrigo de punto bastante deshilachado. Y pantalones tejanos. Los pies descalzos.

Trago saliva e intento convencerme de que todo va a salir bien. Pero… ¿a quién quiero engañar? Prácticamente, estamos muertos.

dissabte, 24 d’agost del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Decimosexto capítulo- LA IMPORTANTE EN PELIGRO

Decir que sus manos no me hacen daño y que no acaban conmigo, sería decir la mentira más grande del mundo. Porque es así, sus manos me aprietan el pecho con fuerza y me dejan ahí un fuerte dolor. Después me araña las piernas con las uñas dejando allí por donde pasan unos arañazos que dejan salir sangre. Cuando me suelta, me desplomo en el suelo, incapaz de poder moverme. Por el rabillo del ojo puedo ver como acaba de inmovilizar a Alek también. Ella también me mira a mí. Intento pronunciar un “lo siento”, pero no me salen las palabras, ni siquiera muevo los labios. Pero mis ojos sí que muestran ese sentimiento, y ella lo ve. Y mueve su cabeza débilmente negando lo que digo yo. Pero no puedo replicar, tan sólo dejo que una lágrima se desprenda de mis ojos.
Ahora que veo al chico, lo reconozco. Y sé que tengo toda la culpa. Toda de todo. Esa sudadera azul la reconocería en cualquier parte, aunque esté de espaldas.
Coge a Alek en brazos, que se encuentra en el mismo estado que yo. Y la posa a mi lado. Nuestros brazos se tocan, igual que nuestras piernas. Y hago un esfuerzo, igual que ella lo ha hecho por mí al mover la cabeza, para cogerle de la mano. Entrelazamos los dedos porque es la manera más fácil que tenemos para poder hacerlo. El chico joven esbelto de sudadera azul camina hasta rozarnos sus pues con nuestras cabezas. Nos coge de los hombros y nos levanta la espalda de manera que quedamos sentados. Ese movimiento me produce tal dolor que no puedo reprimir un gruñido. Alek, en cambio, supera el dolor apretándome la mano. Y aunque me duela, me proporciona la mínima seguridad que puedo sentir ahora mismo.
Y, de repente empieza a bordear nuestros troncos con una cuerda que no recuerdo haberla visto antes. La aprieta con fuerza y tengo que apretar los dientes para no gritar de dolor. Aunque, después de darle incontables vueltas a nuestros cuerpos, que se ajuntan aún más por la fuerza de la cuerda, no logro soportar el apretón del último nudo. Y chillo, con fuerza. Yo chillo mientras Alek tan sólo emite un gruñido poco sonoro. E intento callarme lo antes posible. Pero este dolor es insoportable, aunque consigo que el grito se convierta en una queja muda.
El chico nos suelta y por el peso de nuestros cuerpos los dos volvemos a caer de espaldas, a la vez, aunque no podría ser de otra manera. Veo moverse un poco la sudadera azul hacia mi lado. Se arrodilla y pone su cara cerca de la mía. No me siento incomodado, pues tengo otros problemas, como este dolor insufrible que va a acabar conmigo. No nos quiere matar, al menos de momento. Y no sé si eso es bueno o malo.
Después de estar observándome unos segundos con esos ojos grises, susurra mientras se toca el pelo castaño y ondulado.
-          Eres diferente… Pero… No puede ser…- Y de seguida niega con la cabeza y se levanta, coge lo que sobraba de cuerda y acaba la conversación con una voz potente- Vamos. Que pensabais hacer, ¿eh? Los soñados no van nunca por aquí si no es para buscar algo en concreto. El tribunal sabrá qué hacer con vosotros.
Y nos empieza a arrastrar por el enorme hueco que se ha creado ahora. Y me doy cuenta de lo larga que es la maldita cuerda. Nos arrastra y todos los bultos del suelo, palitos que se me clavan por todas partes, las hojas que me raspan y el resto de cosas que hay, es como si fuera muriendo poco a poco. Alek y yo seguimos agarrados de la mano. La miro. Ya me estoy acostumbrando al dolor. Y veo como llora en silencio, como llora desconsoladamente, y tengo ganas de abrazarla. Le aprieto la mano para que sepa que estoy aquí, con ella. Me mira, y me niega con la cabeza de nuevo. Y sigue llorando. Llora.  Llora durante todo el camino. Y eso hace que me duelan todas las heridas aún más. E incluso se crea otra nueva, y esta sí que me mata bien matado.
Pierdo la noción del tiempo. Para mí ha pasado una eternidad, aunque creo que en realidad sólo diez minutos han pasado. Pero cuando Alek habla, se detiene el tiempo durante un momento.
-          Lo siento…- susurra de tal manera que sólo yo la escucho.
Y seguimos el camino. Intento reprimir las lágrimas, aunque no sé si lo he conseguido, pues entre el dolor y el saber que posiblemente estamos a punto de morir los dos, pocas cosas sé ahora mismo. Sólo tengo en mente a Alek, y su muerte segura cuando nos eche de aquí el tribunal…
Avanzamos por el bosque un poco más, hasta que llegamos a un claro enorme de hierba bien cuidada, cortada a la perfección y recién regada. Dejo ir un suspiro. Menos mal, no creo que hubiese podido soportar este dolor durante mucho tiempo más. Y ahora que nos deslizamos sobre la suave hierba, me siento como en una nube. Al menos mi cuerpo, porque mi mente está llena de mil demonios.
Mi mirada sigue fija en Alek. No sé por qué sigo mirándola, pues eso tan sólo me produce más dolor. Pero no puedo dejar de hacerlo. Simplemente no puedo. No sé por qué, pero todo mi yo se niega a hacerlo.
Y de repente nos paramos. Desde aquí sólo puedo ver lo que hay a las espaldas del chico de sudadera azul. Escucho unos pitidos cortos y agudos, seguidos de un sonido metálico arrastrado.
Y seguimos. Pero cuando sólo hemos recorrido unos centímetros, noto como el suelo se va volviendo más frio. Y unos segundos después, nos encontramos en una habitación de suelo liso y gris y de paredes blancas impolutas. Hay algunos sofás negros pegados a la pared, en frente de un mostrador. Nosotros vamos por una puerta a la derecha. Y un pasillo larguísimo y ancho. Vamos dejando atrás puertas y más puertas negras. Miro a Alek ahora que esta imagen se ha vuelto tediosa a causa de lo largo que es el pasillo. Ya no llora. Mantiene la mirada perdida en ninguna parte, ensimismada en sus pensamientos. No sé qué es peor, si que llore o que piense demasiado…
Nos detenemos de golpe. El dolor se ha intensificado, pero lo soporto mejor ahora, ya que me voy acostumbrando. Y de vuelta esos leves pitidos y el sonido metálico arrastrado que va a continuación. Sin embargo, este sonido me resulta más terrorífico que el otro. Entramos en la habitación, esta vez toda negra, suelo y techo incluidos, iluminado tan sólo por una pequeña luz enganchada al techo que parpadea. El chico de ojos grises nos lleva hasta el centro y nos suelta de mala gana, a lo que respondemos con un gruñido. Ni siquiera nos mira antes de irse, sólo nos dice:
-          Dentro de un rato vendré a buscaros. Pero no confiéis en vuestra vida, o en salir de esta habitación.
Finaliza la conversación con un ruidoso portazo metálico. Y todo queda un poco oscuro, pero esta vez sí que nos vemos claramente. Yacemos tumbados uno al lado del otro durante un minuto. Se está a gusto aquí comparándolo con ser arrastrado por todo el bosque. Pero tenemos que hacer algo con nuestras heridas si no queremos que muramos por una infección.
-          Era el cazador de esencias, ¿verdad?- pregunto aunque ya sé la respuesta.
-          Sí- responde ella simplemente.
-          ¿Y ahora qué hacemos? ¿Era esto lo que decías que teníamos que evitar completamente?- mi voz es monótona y parezco idiota preguntando una cosa tan evidente como esa.
-          No lo sé. Y sí.
Escucharlo de la boca de Alek hace que me sienta aún más culpable.
-          Lo siento, Alek. Ha sido culpa mía. Si yo no lo hubiese mirado con aquella desconfianza… Si no me hubiese visto no nos hubiese seguido.
-          No, Alek, nada es culpa tuya- dice de inmediato y demasiado segura.
-          Te equivocas. Des de que he llegado aquí todo es por mi culpa…- y me arrepiento de haberlo dicho cuando acabado de decir la última palabra. No quiero dar pena a nadie.
-          Ales, no- dice tan rotundamente que consigue que no replique más.
Y de nuevo el silencio. Pero no dura mucho más. Un suave sonido de desgarro llega a mis oídos.
-          ¿Qué haces, Alek?
-          Romperla cuerda. Todavía tengo un cuchillo que cogí antes de ir llegar a Althaea. Lo cogí por si acaso y nos va a resultar más útil de lo que pensaba.
Sonrío, y después me rio bajito. Dios… menos mal. Esta chica es impresionante.
Sólo tarda unos segundos en romper todas las cuerdas. En cuanto acaba de hacerlo, me siento en el suelo y me estiro. Aunque me duela todo, es mayor el placer de volver a estar libre. Abrazo a Alek de la alegría. Pero ella no me devuelve el abrazo, al contrario, me aparta de ella.
-          Ales… Te tengo que contar una cosa. Y no te va a gustar. Y no vas a entender nada. Y me vas a despreciar. Pero prometo explicártelo cuando estemos en un lugar seguro. Pero esto necesito contártelo yo antes de que te enteres por el tribunal.
El bello de los brazos se me pone de punta. La miro a los ojos para que sepa que confío en ella plenamente.
-          Tú eres la esencia. La esencia más importante, la que no existe pero que existirá. Ya existe, Ales. Eres tú. La esencia de la pureza.


divendres, 23 d’agost del 2013

EL DESTINO DE UN SOÑADOR QUE NACIÓ PARA SER LIBRE

Decimoquinto capítulo- ES ALGO PELIGROSO, NO ES UN JUEGO

Alek me tiende una mano. Yo la cojo y me levanto con su ayuda. Al principio me tiemblan las piernas, titubeo a la hora de caminar, pero de seguida recupero el control de mi cuerpo.
-          ¿Hacia dónde vamos ahora?- pregunto mirando el lago con cara de horror. Una mancha roja se ha creado justo donde el lobo estaba antes.
Me alejo un poco más del agua, quiero estar lo más alejado de esa cosa como me sea posible.
-          No tengo ni idea. Pero tenemos que ir con más cuidado.
Alek empieza a caminar al lado del lago, como si quisiera bordearlo. Yo me coloco a su lado derecho, y miro el lago como si fuese algo vivo que pueda despertar en cualquier momento y derrumbar todo el bosque. Y tal vez sea así, quien sabe, aquí puede ocurrir cualquier cosa, ¿no?
Me siento un poco mal porque por culpa de mi idiotez casi morimos los dos, yo devorado por la bestia aquella, y ella arrastrada por su destino. Tengo que tener mucho más cuidado. Al poner mi vida en peligro pongo la suya también. Así que lo que me estoy jugando es demasiado como para tomárselo en broma.
Seguimos caminando una hora más, sin llegar a ningún lado en concreto. El lago parece infinito, y ni siquiera tenemos un punto de referencia para saber cuándo le hemos dado media vuelta. Y mis pies están cansados, todo yo estoy cansado por todo lo que está pasando en este día. Y creo que ella también. Cuando la observo puedo ver como sus parpados se caen y el esfuerzo que hace ella por seguir en pie. Como no lo dice, lo digo yo.
-          Alek, admítelo, esto es inútil. No sabemos a dónde vamos, ni dónde estamos. Ni siquiera sabemos qué buscamos. Y sé que tenemos poco tiempo, pero tenemos que descansar unas horas.- Pero Alek hace como si no me escuchase.- Alek, por favor, tenemos que buscar un lugar seguro donde refugiarnos si no quieres que acabemos tirados en el suelo por el agotamiento y que nos ataque otra bestia.
Se para en el sitio, y me mira sin verme. Cierra los ojos y se lleva la mano a ellos mientras agacha la cabeza.
-          Tienes razón, Ales. Necesitamos descansar. Vamos, nos adentraremos en el bosque para encontrar algún sitio seguro.
Y vuelve a encabezar la marcha, caminando a través de unos arbustos para introducirse en el interior del verde bosque. La sigo, y el sitio donde nos encontramos es ahora muy diferente. Moras y otras clases de frutos extraños yacen en árboles y arbustos. Me ruge la barriga de tal manera que se me hace la boca agua. Las moras están tan rojas… Y están al alcance de mi mano… No creo que sea malo que coja una…, bueno dos, otra para Alek. No, son simples moras, y si no comemos pronto será el hambre lo que nos mate.
Alargo mi mano y alcanzo dos moras. Las miro, están tan rojas. Tienen tan buena pinta…
-          Alek, ten, ¿quieres una mora?- le digo dándole un golpecito en la espalda y metiéndome una en la boca- Mmm… Están buenísimas- comento tragándomela después de saborearla bien.
Lo último que veo es a Alek girándose hacia mí con tal brusquedad que me golpea la mano y la mora que le estaba ofreciendo sale disparada. “¡NOOO!”- le escucho gritar. Pero yo ya no la veo a ella. Sólo veo a las preciosas moras que me sonríen desde su arbolito. Y me hablan, me piden que vaya hacia ellas. Y son tan preciosas… Tengo que complacerlas. Ahora me gritan que vaya ya. Voy corriendo, no quiero que se enfaden. Las quiero. Sólo las quiero a ellas. Y su dulce voz es tan melódica… Las cojo todas con rapidez mientras ríen por lo bajo. Me las tengo que comer todas. Es lo que ellas quieren. Y sólo me importan ellas. Y su rojo resplandece en mis dientes mientras sonrío. Pero lo escupo. Me llevo otra a la boca y la vuelvo a escupir contra mi propia voluntad. ¿Pero qué pasa? ¡¿Qué  coño pasa?! ¡QUIERO MIS MORAS, JODER! Pero con todo y con nada, caigo al suelo. Cierro los ojos mientras noto un fuerte dolor en mis dos mejillas. Primero en una y después en otra, seguidamente. Y después algo en mi boca, algo húmedo que se mueve con delicadeza y que me acaricia.
Y vuelvo a abrir los ojos. Y me encuentro a Alek muy cerca de mí. A tan sólo unos centímetros están mis labios de los suyos. Me pongo rojo como un tomate mientras en un susurro tímido le pregunto, tan quieto que si no fuera por el color de mi cara y la respiración agitada se podría dudar de mi vida.
-          ¿Qué haces?
-          Pues quitarte todo el asqueroso veneno que se te ha quedado en la boca al comerte la mora- dice mientras se aparta y me ayuda a levantarme. Se gira y escupe una saliva roja. Creo que más que salvarla a ella lo que siempre pasa es que es ella la que me salva a mí. Pero…
-          ¿Qué mora? ¿De que estas hablando?- Pero no tengo ni idea de lo que está diciendo.
-          ¿No te acuerdas?- Me mira con incredulidad.- ¿En serio?
No sé lo que está pasando aquí. ¿De qué se supone que me tengo que acordar? ¿Y por qué estaba en el suelo hace un momento? Creo que me he perdido un poco en esta conversación.
-          No… ¿Qué ha pasado?
Alek ya no parece sorprendida, supongo que suponía todo esto…
-          Has comido una mora. Y después no sé qué ha pasado que te has tirado hacia ellas como si fueran la cosa más bella que hubieses visto en tu vida, como encantado. Supongo que al comerte una te provoca una reacción en la que deseas comer más, y cuando has ingerido unas cuantas, mueres. Es la clase de cosas que hay aquí, Ales, así que ten cuidado y no comas nada de aquí. Ya iremos a otro sitio a buscar comida.
Me quedo atónito. ¿De verdad he hecho yo eso? No me acuerdo de nada… Pero supongo que es cierto, pues parece la clase de cosas que haría yo. Y me siento avergonzado, de nuevo. Que estúpido que soy, joder…
Cuando seguimos caminando no miro hacia ningún otro lado que no sea la espalda de Alek. Y cuando ella para de golpe me choco contra ella.
-          Shh- me ordena con un dedo en los labios, y me señala hacia un árbol-. Mira.
Pero no es un árbol cualquiera. Es el árbol más grande que he visto en mi vida. Tan ancho que ni diez personas cogidas de las manos conseguirían bordearlo. Pero no es eso lo que me indica Alek. Sino la enorme casa de madera que hay en una de las ramas más altas. Está altísimo. No creo que si alguien se tirase desde ahí sobreviviera. Y no es que sea algo muy complicado y enrevesado, tan sólo es como un cubo cuadrado enorme. Es sorprendente. Pero más sorprendente son los gritos que se escuchan prevenientes de la casa gigante.
-          ¡Corre, Noah! ¡Déjame aquí! No puedes abandonar la misión sólo por mí- dice con voz dolida.
-          Pero Dani, no puedo dejarte aquí, empezamos juntos y seguiremos juntos- y pone una voz de pito a pesar que está doblando a un chico.
Alek y yo, uno al lado del otro ahora, miramos y escuchamos embobados. Es un niño pequeño. ¿Qué hace un niño aquí? Me estremezco al imaginar qué clase de niño tiene que ser para estar aquí. Aunque la verdad es que por lo que se escucha parece un niño bastante normal…
Pero mientras Dani sigue con su historia, me doy cuenta de otra cosa, justo lo que estábamos buscando. Un agujero en el tronco. Pequeño, de unos cuarenta centímetros de alto y bastante estrecho, pero lo suficiente como para saber que el árbol está hueco y que nos puede servir como refugio.
-          Alek- susurro-, mira allí.-Y se lo señalo.
Veo como sonríe y empieza a correr de puntillas mientras me dice con la mano que la siga. Corro igual que ella, aunque yo mucho más nervioso y tembloroso. Y mirando todo el rato hacia arriba, donde Dani al final decide intentar seguir la misión con Noah.
Alek se tira al suelo y se desliza con agilidad hacia el interior del tronco. Cuando ya está dentro me tiro yo también. Aunque para meterme ahí tengo más problemas. Estoy delgado, pero no soy ágil. Y tengo los hombros anchos por culpa de la natación, así que me resulta aún más complicado entrar. Cuando ya llevo medio cuerpo metido dentro, Alek me agarra y me empuja para ayudarme a entrar. Después de un poco de esfuerzo y sudor, lo conseguimos. Y no dirigimos la palabra ni una sola vez. Sólo nos tumbamos, sin importar la oscuridad y lo que pueda haber en el suelo, y nos dormimos. Nos dormimos uno al lado del otro, espalda contra espalda.



Para mí no han pasado ni cinco minutos cuando pasa. Cuando escucho el tronco romperse a mis espaldas y veo los fragmentos de corteza a mi alrededor. El grito de Alek. Y unas manos firmes que me rodean el cuerpo con fuerza inmovilizándome por completo.